🐾 Marlon: un superviviente con corazón de cuidador 🐾

 



¡Hola!
Me llamo Marlon (sí, como Marlon Brando 😺, aunque, modestamente, creo que soy más guapo). Mi vida empezó en la calle, y como imaginarás, no fue nada fácil.

De pequeño, con apenas 6 meses, ya me buscaba la vida en un barrio de la ciudad llamado El Teso de la Feria. Me escondía entre coches y jardines. No podía trepar a los árboles porque me falta la cola. Soy un gato diferente, pero también muy listo: conocía cada escondite, cada rincón.

Un día algo pasó… y todo cambió. Sentí un dolor enorme. Mi cola desapareció, seccionada por la penúltima vértebra. Voy a pensar que, dentro de lo malo, tuve suerte: no me dejó paralítico y aún puedo correr, aunque ahora voy pegado al suelo para no caerme. También me dolía la boca, pero aprendí a seguir comiendo como podía.

Una señora buena me alimentaba todos los días en un jardín, porque ya no podía valerme por mí mismo como antes. Pasaban los meses y mi herida no curaba. Lo que quedaba de mi cola sangraba sin parar. Dejaba rastros de sangre allá donde iba. Tenía dolor, miedo… pero sobrevivía.

Llegaron unos humanos nuevos con cosas extrañas que más tarde supe que eran “jaula trampa” y “red”. Querían ayudarme, pero yo no lo sabía. Tenía miedo. Una chica empezó a acercarse a mí con paciencia infinita, con comida que olía delicioso. Al principio desconfié, pero el hambre me ganó. Comí de su mano, como si por un momento el miedo se desvaneciera. Tardaron días, semanas… hasta que, una fría jornada de noviembre, me acompañó despacito a esa jaula. La puerta se cerró. Sentí pánico. Pero poco después… calor, una cama suave, un sitio seguro.

Me llevaron al veterinario. Durante meses intentaron curar mi cola, pero no cerraba. Finalmente, descubrieron que había tejido tumoral y tuvieron que operarme para estirparlo. Después de más de un año sangrando, mi herida física por fin cerró.

La herida del corazón tardará más. Todavía me cuesta acercarme a las personas, pero soy feliz aquí, en La Ciudad de los Gatos. Tengo hermanos felinos a los que cuido con todo mi cariño. Cuando alguno enferma, me acuesto a su lado para reconfortarlo. También acompaño a los recién llegados para que no tengan miedo, porque aquí estamos todos a salvo.

Sé que por mi carácter tímido y mi historia no es fácil que encuentre un hogar. No me importa. Aquí soy feliz. Pero sí me gustaría tener un padrino o madrina que me ayude con mis gastos de alimentación y veterinarios. Yo no tuve la suerte de ser adoptado, pero con tu apoyo puedo seguir teniendo la vida digna y tranquila que siempre merecí.

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